viernes, 15 de junio de 2012


¿Cuál es la causa del pecado?

Dios nos da la vida, con ella la inteligencia, la voluntad y por lo tanto la libertad; además no ha dotado de una conciencia y una ley natural que está inscrita en nuestro ser, por ejemplo la noción de bien y mal, para que cumplamos con nuestra misión.

Dios no puede ser responsable del mal uso que hagamos de aquello que nos ha dado. El pecado es, por lo tanto, una "iniciativa del hombre", es una negativa a colaborar con el plan de Dios en una circunstancia determinada.

El no querer colaborar con el plan del Autor generará forzosamente desorden en la obra de Dios y las consecuencias de este desorden se revertirán contra el mismo hombre que peca y contra sus semejantes, tal como ya hemos visto.

Pero, ¿por qué pecamos aún cuándo conocemos la verdad?


Causas del pecado

Aunque la causa del pecado es el mismo hombre que abusa de su libertad, haciendo lo que me más le gusta y le agrada, sin embargo, hay unos factores que inclinan al hombre a pecar:

1. El principal es el demonio, que nos presenta realidades desfiguradas como si fueran algo deseable y bueno, aunque realmente sean malas. Provoca al hombre tentándolo. Es un ser inteligente y, por ello, engaña al hombre para que se acerque al mal y no al bien.

2. Carne o concupiscencia: instintos y apetitos humanos desordenados. La carne convierte en pecado realidades que son buenas en sí mismas, dentro del plan de la creación de Dios: convierte el sexo en lujuria, el deseo de buena fama en vanidad, la justa aspiración a poseer lo necesario en avaricia, el amor a la patria en nacionalismo exarcebado.

3. Vicios o hábitos de pecado: repetición de actos malos que hacen más difícil la enmienda. Un hombre habituado a la pereza, a malgastar su tiempo, fácilmente tenderá a rehuir el esfuerzo, a no rendir en su trabajo y estará robando a su empresa.

4. Tentaciones: realidades desfiguradas que aparecen ante el hombre como bienes deseables, cuando realmente son nocivas. Hay muchos campos y pueden ser muy sutiles, internas o externas.

5. Peligros de pecado: situaciones externas que propician el ambiente de pecado: falta de educación, hambre, ociosidad, malos ejemplos, anomalías familiares, influencia de estereotipos sociales. P.e. hoy está muy difundida la promiscuidad sexual juvenil a causa de los modelos de comportamiento que se presentan en el cine, televisión, etc.

6. Atractivos del mundo: poder, riquezas, situación social. Son valores buenos en sí mismos si van ordenados al fin de la propia felicidad, a la gloria de Dios y a la salvación del alma. Sin embargo, cuando se convierten en fines en sí mismos nos llevan fácilmente al pecado. P.e. matar para adquirir poder, hacer trampas para conseguir dinero, arruinar a otros para ganar estatus social, etc.

7. Simple egoísmo o apego desordenado a sí mismo: el que sólo busca satisfacer sus deseos es fácil presa de desviaciones morales. Al contrario, el hombre altruista que piensa siempre en los demás, que vive para Dios...tiene grandes garantías de perseverar en el bien.


¿La tentación es pecado?

La tentación, es sólo una inclinación y que no hay que confundir con el pecado, pues en este último se da el paso. No es lo mismo “sentir que consentir”.

Sentir es una reacción de los sentimientos ante algo que provoca atracción o rechazo.
Consentir es un acto de la voluntad, es una decisión.

No es pecado sentir. Para que haya pecado tiene que intervenir la voluntad. Sólo cuando decidimos aceptar la invitación hay pecado.

La tentación es una sugestión interior, que por causas internas o externas, incita al hombre a pecar. Actúan engañando al entendimiento con falsas ilusiones, debilitando a la voluntad, haciéndola floja a base de caer en la comodidad, la negligencia, etc., instigando los sentidos, principalmente la imaginación, con pensamientos de sensualidad, de soberbia, de odio, etc.

Por ello hay que huir de toda ocasión de pecado, es decir las situaciones que favorecen la aceptación del pecado.

El ambiente nos puede arrastrar a cometer muchos pecados de pensamiento, palabra, obra u omisión, pero nuestras conciencias, si están bien formadas, nos ayudarán a distinguir si nuestros pecados son lo suficientemente graves como para haber roto la amistad con Dios.



Para que sea pecado mortal, deben cumplir con tres condiciones:

1. Materia grave.
Esto se cumple cuando vamos directamente en contra de la ley de Dios, cuando rompemos con el orden establecido por Él. No es que nos desviemos, sino que vayamos exactamente en sentido contrario a las indicaciones que Dios nos da a través de nuestra conciencia y de la ley.

2. Pleno conocimiento.
Sabemos que la materia es grave, sabemos que es una rebeldía contra Dios y aún así elegimos hacerlo.

3. Pleno consentimiento.
Usamos nuestra libertad y nuestra voluntad para hacerlo. Lo queremos realizar conscientemente y no porque algo o alguien nos obliga.

Cuando falta alguna de las condiciones anteriores, entonces se trata de un pecado venial. No nos hace merecedores del infierno, pero debilita la amistad con Dios y nos hace más débiles para luchar con las tentaciones del demonio, del mundo y de la carne.

Un hombre que se habitúa al pecado venial es muy fácil que se acerque al pecado mortal.



Opiniones

1. Laxismo permisivista: todo está permitido al hombre.
2. Relativismo: es la religión del “viste como quieras”, total, todo es relativo, depende desde donde lo mires.
3. Moral de situación: depende de la situación o circunstancia.
4. Liberalismo total: yo tengo mi libertad y puedo hacer lo que quiera.
5. Epicureísmo: es bueno lo que me agrada, es malo lo que me molesta o fastidia.



Malicia del pecado: ¿Por qué mi pecado hiere a Dios?

A) Porque se desobedece a la conciencia que es la voz de Dios que resuena en nuestro interior, mandándonos unas cosas y prohibiéndonos otras. El hombre al pecar desprecia esta voz de Dios.

B) Porque Dios es el fin y felicidad del hombre, y el hombre al pecar toma como fin a las criaturas en lugar de Dios. En todo pecado hay una elección implícita pero consciente en favor de otros fines que no son Dios, de otros fines que Dios ha creado precisamente como medios para acercarnos a Él: el amor sexual, los bienes materiales, la capacidad de juzgar, etc. El hombre prefiere quedarse con los medios y disfrutar de ellos, olvidándose de su verdadero fin, que es Dios.

C) Porque Dios es el Bien Sumo e infinito que se ve rechazado por un bien creado, perecedero y de menor calidad. Deleitándose en bienes que producen placeres efímeros y fugaces, se desprecia el único bien que puede saciar las ansias de felicidad.

D) Porque Dios, siendo el Señor, es despreciado, ya que el hombre al pecar se sustrae a su dominio, no quiere obedecerle. No hay motivos para justificar este rechazo ante la grandeza de lo que se desprecia. Simplemente no lo valora, y esto duele al que hace el regalo.



Consecuencias del pecado

A) A nivel personal: hastío, desánimo, desesperación y ansiedad, falta de paz, idolatría práctica, vivir sin brújula, inmadurez crónica (capricho, egoísmo, soledad).

B) A nivel social: injusticias, explotaciones, estructuras de pecado



Ánimo, amigo, vive la amistad con Dios, como el tesoro más importante. No te dejas robar este tesoro. Echa fuera de tu vida el pecado, y vive la amistad con Dios, transmitida con alegría y ganas de vivir.

ACTIVIDAD

1.- ¿Será lo mismo sentir que consentir? Fundamenta tu respuesta.

2.-¿Cuáles crees que son los pecados más comunes en nuestra sociedad?¿Por qué?

3.- Explica las siguiente frases: “Dios ama al pecador pero detesta el pecado”, “Dios perdona el pecado pero no el escándalo”.

4.-¿Hay pecados sociales? ¿Cuáles? ¿Qué podemos hacerlo para combatirlo?
5.-¿Cuáles son las consecuencias del pecado?
   

Los laicos en la Iglesia
     



El término “laico”

La palabra «laico», es un derivado del término latino “laos” que significa “pueblo”; fue acuñado muy temprano por el cristianismo y nunca, en ninguna cultura, menos en el cristianismo, significó que alguien no tuviera ninguna religión como se ha pretendido interpretar este en nuestro país, por la influencia liberal y del iluminismo francés con su connotación anticristiana. Esta interpretación desde luego está equivocada y está en contra de las tres grandes religiones monoteístas del mundo; por lo tanto, dar la interpretación de laico como una realidad arreligiosa, en el fondo expresa una ignorancia.

Los laicos y el clero

Cuando la Iglesia Católica pasó a ser la religión oficial del Imperio Romano, en el año 313, se especificó un poco más el término laico. En esta coyuntura histórica estaba muy definida la diferencia entre los miembros de la Iglesia cuyo primer nivel era el “laos”, el pueblo, que en su mayoría eran personas que no habían tenido acceso a la educación y que no dominaban el latín, pero que participaban activamente en la vida de la Iglesia sin ser sacerdotes, obispos o monjes. No se debe entender con esto que el término fuera despectivo.

Otro grupo o segundo nivel lo formaban los clérigos. “Cleros” es una palabra latina que se traduce como separados, en referencia a aquellos o aquellas que se separaban del pueblo y adquirían un compromiso como diáconos, presbíteros, monjes o monjas. Así fue que se formaron dos estilos de vida: los clérigos (los cleros, separados) que se distinguían con el uso de un “hábito”, y los laicos (que pertenecían al pueblo).

Entre los clérigos ha existido una especificación importante. Hay un clero secular y un clero regular. El clero secular, para derribar la idea de que la Iglesia desprecia al mundo, es el que está inmerso en las realidades terrenas; la palabra secular viene del latín “saeculum” que se traduce como “siglo”, entonces el clero secular es el que va con el siglo, que no está bajo un reglamento, sino bajo la disposición del Obispo y que vive en el mundo; tiene su casa y su vida al lado del pueblo y también es llamado clero diocesano, por pertenecer a una diócesis.

El clero regular, en cambio, lo integran aquellos que viven total o parcialmente en un convento. La palabra ‘regular’ tiene su raíz en el latín “regula” traducido como regla. Sus miembros viven bajo un estilo, un regla de vida muy específica.



El resurgimiento de los laicos en la vida de la Iglesia

Uno de los aspectos negativos en el caminar de dos mil años en la vida de la Iglesia ha sido, en algunos momentos y en algunos lugares, creer y asumir que la inmensa tarea pastoral depende únicamente del clérigo. Esto es un grave error que tiene su recurrencia. En el principio de la vida de la Iglesia el papel de los laicos fue muy importante, tanto de los hombres como de las mujeres. El primer impulso evangelizador de la Iglesia se realizó a través de laicos.

Posteriormente, poco a poco por la idea de que la perfección cristiana obliga a retirarse del siglo y concentrarse más en la vida interior y cambiar el modo de vestir y de actuar, se fue haciendo la idea de que lo importante era el estado clerical, y por lo tanto se requería vestir un hábito y pertenecer a una orden, lo que contradecía los inicios de la tradición cristiana donde la orden de las viudas, de las vírgenes, entre otras, eran órdenes laicales.

En 1962, en la celebración del Concilio Vaticano II, uno de los temas obligatorios y centrales fue restituir al laico, al seglar, su lugar imprescindible en la actividad de la Iglesia Católica, para que los laicos no sólo fueran objeto de la evangelización sino protagonistas y responsables de esta tarea; de ahí surgió el Documento del Concilio llamado «Apostolicam actuositatem» que está de dedicado al laico.

La vocación del laico en la Iglesia

Desde la celebración del Concilio Vaticano II se ha venido perfilando la vocación del laico como miembro de la Iglesia. Esta vocación la presentamos el año pasado en el lema del Congreso Diocesano de Laicos: «Hombres y mujeres de Iglesia en el corazón del mundo»; esta es la vocación primera del laico: hombres y mujeres en comunión con la Iglesia, seguidores de Jesucristo, pero que no viven en el convento, que no traen un hábito, sino que viven en el corazón del mundo, y el corazón del mundo son las familias, las fábricas, las oficinas, la política, le economía, el deporte, las comunicaciones; ahí la vocación del laico es santificar el ambiente.

Un buen ejemplo lo encontré en una noticia que recientemente leí: en África, donde la conversión de un islámico al cristianismo merece la muerte, muchos musulmanes se están haciendo católicos, contrario a la creencia de que era imposible que un islámico se convirtiera al cristianismo. Lo curioso es que como los amenazan de muerte, huyen un tiempo de su lugar de origen a un lugar donde ser católico no esté penalizado, pero después de un tiempo de empaparse de Dios, de la fe católica, vuelven a su tierra para ser misioneros sin temor de dar la vida por su fe. Aquí está la vocación esencial del laico, no separarse del mundo sino vivir inserto en él, y desde él, evangelizar.

Protagonistas de la evangelización

Los laicos, pues, deben ser los principales protagonistas de la evangelización; ellos deben llegar a donde no llega el sacerdote o la religiosa; ellos deben ser los evangelizadores de avanzada. Esta es la hora del laico, de los seglares conscientes que no deben separarse del mundo para realizar su labor. Por lo mismo, no es correcto que cuando a un laico de una parroquia lo llamen a ser ministro o ministra de la Comunión le quieren imponer un hábito o distintivo; lo más correcto es que mantengan su vestimenta seglar. Que los laicos no se clericalicen y que los clérigos no se laicisen.

ACTIVIDAD
1.-¿Qu'e es para ti un laico'
2.- ¿Qué actividades podrías hacer tú como joven en favor de la iglesia?
3.-.-¿Por qué los laicos debemos ser protagonistas y responsables de la tarea evangelizadora?
4.-.-¿Los laicos podemos llegar a la santidad? Fundamenta tu respuesta